Erase un cuentista anciano que contó, durante su vida, todo lo que tenía que contar. Su nieto le pidió que escribiera un cuento esa noche. Tomó papel y tinta. Esperó alguna idea, cuando supuso que su creatividad se había agotado jaló un hilo que salía de la orilla de su chaleco. Y escribió su último cuento. Sucedió su muerte en el alba. Su nieto leyó el cuento y observó en el suelo a la musa: la madeja.
Ya te leí, y ya te tenía agregado, este debió de entrar tambien en Palabrijes, está bueno.
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